Antigüamente, se denominaba sabio a la persona que doninaba todas las materias conocidas, matemáticas, ciencias, medicina, arquitectura... De este modo un sabio de la antigüedad, realizaba importantes descubrimientos en diferentes y distintos campos, aplicando sus conocimientos sobre la materia.
Por ejemplo, Leonardo Da Vinci, excelente pintor, contribuyó de forma eficiente a la descripción visual del cuerpo humano, dibujando por capas, los diferentes órganos que integran el cuerpo, tales como la piel, músculos, venas... técnica que se incorporó rápidamente como ayuda al estudio en medicina y que aún hoy se sigue utilizando.
Hoy la información que se posee es tan inmensa y tan especializada que sería imposible dominarlas todas por entero, de modo que un médico rara vez domine también arquitectura y que un pintor sea matemático a la vez.
Todo esto está muy bien, pero puede que ciertos temas que aún no conocemos, se nos resistan precísamente por la especialiciación existente y que el gran conocimiento de un tema pero la total ignorancia de otro nos impida ver más allá.
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